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brunodipardo

La locura ha llegado

Actualizado: 17 abr

19 de abril de 2023

Son las nueve de la mañana en Turdera, Provincia de Buenos Aires. Laura Massolo abre los ojos pensando que ya está en España, donde irá próximamente a recibir un premio literario. Pero no, todavía está en Turdera, pone a calentar agua para el mate, y retoma la escritura de una novela que pausó en el año 97. Sonríe al reencontrarse con sus viejos personajes .

Son las nueve de la mañana en La Plata, Provincia de Buenos Aires. Laura Massolo cierra los ojos en su oficina del Ministerio de Ambiente. Se imagina en Madrid, donde irá, próximamente, a dictar un curso de posgrado. Suena su celular y abre los ojos: otra llamada de Rubén.

Son las nueve de la mañana en Tandil, Provincia de Buenos Aires. Bruno se desentiende de su trabajo, cierra los ojos y piensa en crear un cuento para el taller de escritura de Laura Massolo. Dentro de la oficina, Bruno escucha “dale Laura, atendé”. No necesita abrir los ojos, sabe que la voz que escucha es la de Rubén, su compañero de trabajo. ¿A quién llamás? le pregunta.

- A Laura Massolo.

- ¿La conocés a Laura?

- Si, trabaja en el Ministerio de Ambiente.

- Mirá qué bien Laura, no la tenía en eso.

- ¿Vos la conocés?

- Si, me da un taller de escritura virtual.

- Mirá qué bien Laura, no la tenía en eso.


20 de abril de 2023

Son las doce del mediodía en Turdera, Provincia de Buenos Aires. Laura Massolo pone una milanesa al horno, enciende un cigarrillo y abre el mail. Hace unos días espera el correo de la asociación de literatura española con la confirmación del vuelo. Quiere ir sí o sí a la entrega del premio, sabe que en poco tiempo la inteligencia artificial ganará todos los concursos. Y ahí está: un correo electrónico, un pasaje para el 26 de abril, un destino que es Madrid, una sonrisa y humo que se escapa entre los dientes.

Son las doce del mediodía en La Plata, Provincia de Buenos Aires. Laura Massolo sale de su oficina para almorzar en el restaurant de enfrente. Termina su bife de cerdo con ensalada capresse y se deprime al pensar que en poco tiempo la inteligencia artificial dará todos los cursos, y ya no tendrá más viajes a Europa. Mira su celular y ahí está: un mail, un pasaje a España, Universidad de Madrid, 26 de abril, una sonrisa y un pedazo de albahaca pegado a un diente.

Son las doce del mediodía en Tandil, durante el almuerzo, Bruno y Rubén conversan:

-¿Pudiste hablar con Laura?

- No, no me atendió ayer. Contesta Rubén

- Claro, es que anda con muchas cosas, no sé cómo hace.

Bruno no le dice que el día anterior vió a Laura en el taller y desvía el tema para resguardar a la escritora.

- ¿Viste que una inteligencia artificial ganó un concurso de dibujo?

Rubén responde con la claridad de quién ya ha meditado mucho el tema.

- Sí, pero lo que importa en el arte no es quién lo hace, sino lo que genera en el observador, esa es la relación que importa, la de la obra con el consumidor.


26 de abril de 2023.

Son las siete de la tarde en Ezeiza, Provincia de Buenos Aires. Laura Massolo ya se despidió de su familia. Les dijo que no se preocupen por. Que no faltan a. Que no se olviden de. Se sienta en el avión al lado de Laura Massolo. El vuelo se retrasó por tormentas, Laura Massolo llegará sobre la hora al evento en el que será galardonada. Y Laura Massolo llegará tarde a dictar la primera clase del curso. Serán 12 horas de vuelo.

Son las siete de la tarde en Tandil, Provincia de Buenos Aires. Bruno y Rubén se encuentran en Bar Tito. Ellos odian los bares modernos. Bruno observa el estado de WhatsApp de Laura Massolo: un avión gigante sobre una pista, y comenta: “Laura está por despegar”. Rubén dice que sí, que Laura se va a dar un curso a Madrid, sobre cambio climático. Que le dijo que la espere. Que a la vuelta le va a dar bola con.

Bruno reflexiona que la actividad profesional de Laura en el cambio climático tampoco parece una locura ¿Por qué no podría mezclar Laura una carrera en el mundo literario con otra en el mundo académico? Relatos, gases de efecto invernadero, novelas, derretimiento de glaciares, cuentos, inundaciones, paradojas, sequías, lugares comunes y lugares que sufren. ¿Por qué no podrían convivir en su cabeza?


27 de Abril de 2023

Son las doce del mediodía en Madrid, España. Laura Massolo durmió la primera mitad del viaje y Laura Massolo durmió la segunda mitad del viaje, por lo cual no se hablaron. Laura Massolo miró a Laura Massolo mientras dormía y le imaginó una vida: Que va a conocer la playa de. Que viaja para engañar a su marido con. Que seguro contrató tal tour. Laura Massolo y Laura Massolo bajan del avión, agarran su maleta y salen del aeropuerto. Primero sale Laura Massolo y unos minutos atrás lo hace Laura Massolo. Laura Massolo ve un cartel que dice Laura Massolo y va hacia él. El hombre que lo sostiene le habla de un premio y de un cuento. Laura piensa que el hombre está nervioso y está intentando ser amable. El hombre deja a Laura en el Teatro de Madrid, ella no entiende porque no la dejó en la Universidad. Laura ve su nombre en el cartel e ingresa. No suena nada mal dar una clase en un teatro. Laura entra, sube al escenario y el teatro completo la aplaude. Acá si le dan bola al cambio climático, piensa. No como en Sudamérica. Laura observa la mesa del escenario y ve muchos libros. Todos titulados igual: “El último tren a Glew”. Laura empieza a sospechar que está en la presentación de un libro. De un libro supuestamente suyo. La tapa del libro dice su nombre. Laura siente que está en el cuerpo de otra persona. Pero no. Lo mira y es el suyo. El de siempre. El mismo con el que iba a la Antártida a buscar pruebas del calentamiento global. Así se debe sentir enloquecer, piensa. Como especialista en cambio climático, sabe que hay que adaptarse al cambio, que lo que no cambia muere, o termina en un  psiquiátrico. Laura se sentará frente al escenario y jugará a lo que le propongan. Dirá que la situación Argentina no es tan grave como se ve en los medios. Que su proceso creativo es. Que las imágenes de las que surgen son. Que sus personajes salen de. Laura será ovacionada por el auditorio y saldrá por un café.

Son las doce del mediodía en Madrid, España. Laura Massolo sale atrás de Laura Massolo del aeropuerto. Ve un hombre con un cartel que dice Laura Massolo, se acerca y le dice

- Hola soy.

- Laura Massolo. responde el hombre. Vamos que llegamos tarde.

¿Qué pasará? ¿Qué misterios habrá? Se pregunta Laura en el taxi.

A Laura la dejan en la Universidad. Le gusta que le entreguen el premio en una universidad, no se lo esperaba. Laura ingresa y pregunta en la primera ventanilla por el premio Iker Castillejos. Que ella es la ganadora. Que dónde la van a premiar, Que dónde está su alfombra roja. Le dicen que no saben de lo que habla ¿Cuál es su nombre? Laura Massolo. ¿Laura Massolo? Sí, tiene reservada el aula 4, pase. Laura no puede creer el desinterés con el que tratan a una galardonada. Esto es porque soy sudamericana. Y Argentina. Están resentidos por el mundial.

Laura entra al aula 4, la recibe un hombre, le dice que es un honor tener a una eminencia del cambio climático, la presenta ante 15 jóvenes, le deja el voucher para el hotel y la comida, les desea suerte en el curso y se va apurado.

¿Cómo qué un curso sobre cambio climático? Se pregunta Laura. Se siente atrapada en un cuerpo ajeno. Laura mira sus manos, y sí, son las mismas manos con las que amasaba tallarines para sus hijos y nietos. Mira su cuerpo. Y sí.  Es su cuerpo, el mismo cuerpo con el que tomaba el último tren a Glew.

Laura cree que enloqueció. Que eso debe ser la locura. Amanecer un día siendo una persona que uno no es y tener que responder ante esa demanda, de la forma más creativa posible. El tener comida y cama aseguradas la tranquiliza. ¿Y si de ahora en más amanece cada día dedicándose a algo distinto? ¿Y si hasta el último día de su vida debe levantarse sin saber quién va a ser? ¿Todo esto será una preparación para la escritura de su nueva novela de ciencia ficción?

Laura no quiere terminar en un manicomio en España, no va a gritar hasta que la encierren en un chaleco de fuerza. Se pondrá en la piel de uno de sus personajes. Jugará el juego que le propongan. Improvisará. Les dirá a los estudiantes que quiere saber dónde están parados, para ver cómo organizará el curso. Les hará preguntas y anotará las respuestas en el pizarrón. Y pondrá cara de misterio. ¿Qué es el cambio climático? ¿Por qué se genera? ¿Hay detractores? ¿Qué posibles soluciones hay? ¿Hay evidencias? Laura exprimirá hasta el fin de la clase a sus alumnos con preguntas y más preguntas. A la tarde, googleará las respuestas y, si mañana se levanta nuevamente teniendo que ir a dar el curso, ya sabrá qué contenido ofrecer. Terminará la clase, dirá estar cansada por el viaje y saldrá por un café.

Son las 5 de la tarde en Madrid, España. Laura Massolo y Laura Massolo ingresan al Café del Art. Laura Massolo ingresa por la puerta que da a la calle Cascorro y Laura Massolo ingresa por la puerta que da a la calle Compostela. Ambas avanzan hasta el centro del salón y se sientan en mesas enfrentadas.

Laura Massolo escucha el “Hola” de Laura Massolo y le dice “Argentina”. “Sí, claro”. Primero se disculpan por no haber conversado en el avión. Luego charlan sobre: particularidades de Madrid, similitudes y diferencias con Buenos Aires. El clima. El dólar, el euro, el peso, los remises, los aviones, el océano. La inmensidad del océano. Laura cuenta que viajó a recibir un premio y Laura que lo hizo para dar un curso de posgrado. Laura Massolo invita a Laura Massolo a sentarse a su mesa. Laura Massolo accede y hablan de superficialidades. Laura Massolo cuenta que, con el voucher del hotel, le dejaron dos entradas para ir a ver el partido del Atlético de Madrid frente al Sparta Praga. A Laura Massolo le interesan todos los eventos sociales. Más, estando en el extranjero. Dice que pueden ir juntas. La cancha del Atlético de Madrid se llama Vicente Calderón y hacia allá salen Laura Massolo y Laura Massolo, caminando, sin preguntarse los nombres. Laura Massolo no le cuenta a su reciente amiga lo que le está pasando: que la locura ha llegado. Y Laura Massolo tampoco lo hace, nadie haría eso.

Son las dos de la tarde en Tandil, provincia de Buenos Aires. Bruno y Rubén están en la oficina. Ponen de fondo un partido de la Europa League. Está jugando el Atlético de Madrid contra un equipo que nadie conoce. El evento está en segundo plano hasta que un grito de gol pide atención. Atención le dan Bruno y Ruben al monitor. Rodrigo de Paul festeja y atrás del argentino aparecen dos argentinas en la tribuna: “Laura Massolo” gritan Bruno y Rubén. Lo gritan juntos, hermanados.

Laura Massolo y Laura Massolo se abrazan, hermanadas, como si fueran una. Sonríen felices, sin saber bien quiénes son hoy. Y quiénes serán mañana. Conscientes de su endeble estado psíquico, parecen estar dispuestas a exprimir cada golpe de felicidad.

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