El fin de semana pasado me raptaron alienígenas. Por eso en realidad no pude escribir, pero si lo decía en el taller iban a pensar que soy un mentiroso.
Yo había ido a acampar a la cascada con un grupo de escaladores, entre ellos estaba Eloy. Él nos convidó pocimas mágicas para que se abran nuestros chacras y estemos más perceptivos, según sus propias palabras. Pero no sé si me hizo algo, yo no sentí nada. Los extraterrestres llegaron después del maremoto. Yo surfié por la ola gigante sin problemas y cuando todo se secó me encontré solo. Pensé que Eloy y los escaladores no habrían podido surfear y murieron.
El platillo volador aterrizó al lado mío, como si nada, como si estuvieran en su planeta. Me miraron pero mi presencia no los incómodo, a mí tampoco la de ellos. Me acerqué y los ayudé a desarmar la nave y aceitarla, para que siga funcionando. Todas las noches la desarmaban y la aceitaban. Sus cuerpos eran de lata y estaban bien articulados. Ellos también se desarmaban y aceitaban. Decían que sabían escalar. Pero no les creí. Me dijeron de ir a pasear en su nave pero les dije que no, porque sabía que tal vez me iba una noche y al volver ya habrían pasado 20 años en la tierra. Y yo tengo una vida hermano, no me puedo ir así como así. Ahí fue donde se violentaron y me las ví negra. Entonces, antes que 20 bichos de chapa me caguen a palos y tal vez me maten les dije: Bueno dale, vamos.
Una vez en la nave me trataron muy bien y jugamos al pool, al metegol y hasta hicimos un bingo. No entendía para qué mierda me querían ahí y yo el domingo tenía partido de beisbol con Jimmy Neutrón y sus amigos. En un momento, el más petisito se me acercó y me contó que no tenían planeta que eran una especie de nómades del espacio y que cada tanto bajaban a la tierra para arreglar su nave. En esta ocasión, la nave se encontraba abollada y si la seguían usando, de tanto cruzar atmosferas y meteoritos se les podía terminar de romper y todos morirían. Yo ya no quería que pase esto, me dieron lastima, eran como los crotos del espacio, yendo y viniendo por ahí, buscando el mango, sin un lugar fijo. Entonces me dijo que me necesitaban para hacer pasar el arreglo de la nave por mi seguro. Que en el resto de los planetas los chapistas eran muy caros y que acá mal que mal siempre encontraban a alguien que les dé una mano. Obvio que les dije que sí, que no había problema, que ibamos a decir que salí marcha atrás, no ví la nave y los choqué sin querer. Listo. Devuélvanme a mi planeta que quiero dormir en mi casa. Ya no quiero acampar.
Y ahí me dijeron que querían algo más. Que necesitaban un lugar donde pasar la noche hasta arreglar la nave porque era peligroso circular en ese estado. Los invité a mi casa. ¿Mis vecinos que me iban a decir? La de al lado siempre metiendo quilombo, de joda. Y el resto ni me saluda, no creo que me hablen ahora para quejarse que tengo una nave espacial estacionada en el techo. La verdad que los tipos se portaron bárbaro, durmieron como pudieron, se acomodaron en cualquier lado. Uno hasta durmió en la ducha. Los demás le abrían la canilla para mojarlo. Este se calentaba y les decía que basta, que lo iban a oxidar. Cuestión que al otro día me levanté y no entendía nada. Me dolía todo, los tipos ya no estaban. Salí afuera y la nave tampoco estaba. Miré la hora y ya me tenía que ir al partido de beisbol pero así como estaba, mejor no ir. Lo llamé a Jimmy para contarle lo que me había pasado y decirle que iba a faltar. Pero no me iba a creer asique le dije que me dolía el brazo, que me iba a quedar en casa a desarmarlo y aceitarlo.
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